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Al estar a medio camino entre los caballos de tiro pesados y los ligeros, el Ardenés es muy versátil. Se puede utilizar para el enganche tanto en actividades de ocio como para transportar cargas pesadas. Por un lado, es un equino muy resistente, que se adapta bien a la climatología adversa. Y por otro, tiene un carácter manso, que facilita su manejo.
Ancho y musculoso, de patas cortas, la alzada de este caballo suele estar entre los 150 y los 165 cm. Además, posee un cuerpo bastante compacto, con un peso que puede oscilar entre los 700 y los 1000 kg.
Además de las características corporales ya mencionadas, lo que más destaca en el caballo Ardenés es el pelo largo y abundante de las crines, la cola y la parte inferior de las patas. Y, aunque no lo parezca en comparación con el cuerpo tan robusto, también tiene el cuello y la cabeza bastante anchos. En esta última llaman la atención los ojos vivarachos, algo sobresalientes, y las pequeñas orejas puntiagudas.
En los caballos ardeneses es habitual encontrar la capa gris o castaña, aunque también se dan ejemplares alazanes y palominos. De tener el pelo blanco, solo sería en las crines y las patas.
Se trata de un caballo de sangre fría, con un carácter alegre y vivaz pero confiable. Aunque su uso más habitual en la actualidad es como caballo de tiro, por sus cualidades resulta también una buena raza para la silla. Y es que en él destacan tanto el carácter suave como la forma relajada que exhibe al desplazarse.
El caballo de las Ardenas se caracteriza sobre todo por la robustez. Demuestra gran resistencia para el trabajo, incluso en condiciones geográficas o climatológicas poco favorables. Y, aunque su alimentación debe adecuarse a las tareas que realiza, no requiere de muchos cuidados específicos.
La otra particularidad del Ardenés es su dócil temperamento. A pesar de ser tan duro en el trabajo, lo cierto es que llama la atención por su mansedumbre. Siempre se muestra colaborativo y es muy voluntarioso.