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Caballo Negro en venta
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El color totalmente negro en los caballos es poco habitual pero no se puede considerar raro, ni mucho menos excepcional. Para identificarse como un caballo de capa negra, el animal debe ser de ese color en su totalidad o con apenas marcas de otros tonos en ninguna parte del cuerpo. Con apenas marcas, porque se admiten como caballos negros determinadas marcas en partes de las extremidades y en la cara. En el imaginario colectivo, los caballos negros están asociados al circo tradicional por la amplitud y gracilidad de los movimientos de estos animales, pero también fueron parte de una discreción social de propietarios que los emplearon como tiro de calesas elegantes. En ehorses, se pueden encontrar genuinos caballos de capas negras en venta.
Características especiales de los caballos negros
Los caballos negros presentan, bajo la luz del sol, un peculiar reflejo de tonos rojizos o pardos en las puntas del pelo y en las colas. Se trata de un efecto de quemado por el sol que hay que descubrir en los animales que están habitualmente al aire libre. Estos caballos reciben en España la denominación de "amorcillados". Sin embargo, en esto hay sutiles matices. Si el tono del pelo es cobrizo, el caballo pasa a considerarse un alazán negro.
¿Cuáles son las razas más representativas con caballos negros? Razas de caballos negros muy conocidas y cotizadas son, por ejemplo, los frisones, llamados perlas negras de Frisia; también lo son los murgeses italianos, los corsieros napolitanos o el mérens franco-español del Pirineo. Con menos presencia de variedades negras, otras razas de caballos europeos producen igualmente llamativos ejemplares. En la lista de estos ejemplares de pelo negro "ocasionales" se pueden incluir al ruso de silla, al alemán Ostfriesen o incluso al menorquín balear, actor principal en la muy populares fiestas de Sant Joan de Ciudadela.
Curiosidades de los caballos negros
Una de las peculiaridades de los caballos negros es que no nacen en ese color. Cuando son potros presentan tonos muy diferentes entre sí, que pueden ir desde el gris ceniza al marrón claro, pero también tocar la gama de los castaños. Sin embargo, tras la primera muda, el potro cambia el color definitivamente por el negro. En algunas razas de caballos, el cambio de color es a la inversa, animales que de adultos no serán negros azabaches, pueden verse en ese tono como potros también hasta la muda.
Otra singularidad curiosa de los caballos negros se puede encontrar en sus ojos. Normalmente, los iris de los caballos negros son marrones oscuros, pero otros muestran excepcionalmente ojos azules o claros. Esto es consecuencia de los genes transmitidos por los cruces con caballos de raza de sabinos de pelaje blanco y pintos manchados. Se trata de cruces que no son muy habituales y que, por tanto, representan números de ejemplares también muy limitados.
Caballos negros famosos
El caballo frisón es uno de los más icónicos del cine. Sobre todo por las películas de El Zorro y reconocible por el brillo de su pelaje y por las crines y la cola alborotadas al viento. Y algo más sobre este caballo. El frisón es originario de Frisia, Países Bajos, y, a pesar de su éxito en el cine como caballo ideal, esta raza estuvo a punto de desaparecer, de extinguirse a principios del siglo XX. En 1913, solo había tres ejemplares sementales. Una asociación de campesinos holandesa fue la responsable de la salvación de estos animales que pasan por tener un buen carácter y estar especialmente adaptados para la monta. No es casual que se los vea en muchos espectáculos ecuestres en el centro de Europa.
Los caballos negros, un espectáculo de sensaciones
Los caballos negros son un espectáculo visual y algo más solo al alcance de los que los quieren conocer de cerca. Un bello espectáculo para la vista por sus capas de tono uniforme y por los brillos iridiscentes de sus pelajes al sol. Y ese algo más queda del lado de las sensaciones. Hay que encontrarlo en la sociabilidad y nobleza de carácter que suelen acompañar a sus estampas en muchas razas. Una estampa que se deja ver como una hermosa sombra recortada de sí mismo.